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228 NOVICIADO estados que fijan irrevocablemente á sus indivj- duos, sino que es suficiente despertar en el ánimo todos aquellos motivos que pueden hacer estima- ble y simpática la profesión de terciario; y hoy con más razón puede esto asegurarse, estando tan mitigadas las austeridades de la primitiva Regla y tan reducidos sus antiguos rezos. Lo que debe, pues, hacer el novicio no es tanto reflexionar si es llamado ó no á la O. T., que para esto basta haya sentido inclinación hacia ella y deseo de mejorar su vida, cuanto encender en su alma el amor á San Francisco, penetrarse íntimamente del carácter de la T. O. y de los fines de su institución, renovar en su espíritu el deseo de ser un católico práctico y de acción y afianzar los propósitos de observar las prescripciones de la Regla. Para lograr todo esto, es preciso que el novi- cio se esmere en la asistencia á las funciones men- suales y á las reuniones destinadas particular- mente á ellos; que sea muy exacto, durante el año de noviciado en cumplir la Regla y demás estatu- tos para acostumbrarse á lo que en toda su vida se propone practicar, porque de esto depende su fervor y constancia para adelante, según la sen- tencia del Espíritu Santo: «El camino por el cual comenzó el joven á andar desde el principio, ese mismo seguirá cuando viejo.» (1) Es también muy conveniente que el terciario en el año de su novi- ciado se dedique de una manera particular, al arre- (1) Prov., XXII, 6.

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