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CONFERENCIA DÉCIMACUARTA 223 el espíritu franciscano, el noviciado parecerá cosa excesiva; mas no así á los que miran á la O. T. como una semejanza de la vida religiosa que se practica en los claustros. Estos desde luego esti- marán la determinación de la Iglesia como una medida de prudencia altísima encaminada á evitar que la O. T. pierda con el tiempo su carácter que la distingue de las hermandades piadosas, lo cual sucedería si se suprimiese el noviciado ó no se practicase éste como es debido. Porque sin el noviciado profesarían muchos sin conocimiento de la naturaleza de la O. T. y de su Regla y sin aquel saludable respeto que ahora infunde al pro- fesar después de un año de probación. No negaremos que después de las notables mitigaciones introducidas en la O. T. por el sabio Pontífice León XIII en los rezos y penitencias sea menos necesaria la premeditación para profesarla; pero así y todo, salta á la vista la conveniencia y hasta la necesidad del noviciado, si no para me- ditar lo que se va á hacer, al menos para pene- trarse del espíritu franciscano y poder obrar con- forme á él, conociendo la Regla y los medios de perfección cristiana, y teniendo noticia de la his- toria de la O. T. y de sus gracias y privilegios. Es por tanto muy lamentable que en algunas congregaciones de terciarios el noviciado haya quedado reducido á una mera fórmula, á un año de espera para profesar y nada más; congregacio- nes en las que los novicios desconocen al maestro y hasta ignoran si lo hay; que los maestros des-

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