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13 o Í ' 222 NOVICIADO el alto concepto que la Iglesia tiene de la profesión de la T. O., la importancia que da á este acto reli- gioso y la trascendencia que le reconoce, cuando para realizarlo canónicamente exige la misma pre- meditación, el mismo tiempo de noviciado, aunque en distinta forma, que á los que han de profesar en una Orden religiosa. Lo cual es bueno recor- dar aquí, para confusión de los terciarios indife- rentes, superficiales y de poco ó ningún espíritu seráfico, que desconocen la alteza de su propio estado y que miran á la O. T. como una cofradía cualquiera, sin que jamás lleguen á persuadirse que su instituto es algo más que una hermandad piadosa, que es verdadera Orden, que impone la obligación de perfeccionarse en las virtudes cris- tianas y practicar los consejos evangélicos, según es dado á los que viven en el estado seglar y en medio del tráfago de las cosas del mundo. Parecerá tal vez á alguno que es demasiado un año de noviciado para realizar una profesión que no lleva consigo ningún voto, ni impone al que la hace ninguna nueva obligación formal; una profesión que, por meritoria y trascendental que se la suponga, no pasa de la categoría de una sim- ple promesa que no obliga á pecado, no excede los límites de una piadosa resolución de observar toda la vida la Regla de la O. T. Ciertamente que á los que juzgan que para ser terciario basta llevar la cuerda y el escapulario y practicar, aunque sea rutinariamente los ejercicios que prescribe la Regla, sin cuidarse de vivir según

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