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216 DEL HÁBITO DE LA O. T. ¿AAA mientras los impíos escarnecen y motejan vuestra piedad, Dios aprueba vuestra conducta y San Francisco os reconoce como hijos suyos muy amados. Inútil nos parece advertir, que este amor y esti- mación del hábito de la O. T., que tan eficazmente venimos recomendando en esta conferencia, no ha de ser, en manera alguna, un afecto puramente sentimental, un aprecio teórico y sin resultados prácticos, sino, al contrario, un amor verdadero, activo y fervoroso, abundante en obras y conse- cuencias saludables; un amor que os induzca po- derosamente á llevar con decoro el cordón y el escapulario, y á traducir en hechos positivos y en obras santas lo que esos mismos objetos tan elo- cuentemente significan. El hábito de la V. O. T. no es tan sólo un dis- tintivo peculiar de cuantos á ella pertenecen, es, además, protestación externa de vida piadosa y más perfecta que la del común de los cristianos, al tenor de las reglas dadas por San Francisco á sus hijos los terceros; es una especie de consa- gración á Dios, denota el hecho de llevarlo, una profesión religiosa, pues no en vano se llama Orden al Instituto de Penitencia, y como tal lo considera la Iglesia; es, en fin, una resolución enérgica de seguir en todo las huellas del Seráfico Patriarca, de imitar su pobreza, su abnegación, SU penitencia y aquel alto desprecio que hizo el Santo de las vanidades del mundo. Reducir todo esto á la práctica; ved aquí la verdadera estima y el legí-
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