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CONFERENCIA DÉCIMATERCIA 211 ó gabinete ordena, traza y dispone la forma del calzado, el corte del traje, los adornos del vestido, el peinado del cabello, en una palabra, todos los detalles hasta los más insignificantes, llegando en esto hasta el extremo de lo ridículo. Y es de ver la obediencia y acatamiento con que se reci- ben los oráculos de la moda; es para admirar la escrupulosidad con que son acatados todos sus mandatos. Si la moda ordena estrechar el calzado, nadie se resiste, aunque sea preciso para ello sujetar los pies á indecible tortura; si manda alar- gar ó acortar el vestido, inmediatamente se hace, aunque sea necesario para esto notables dispen- dios y costosos sacrificios. En resumen: que los mundanos, por la vanidad, siguen el gusto, copian el modelo y se ajustan con exactitud á un hombre ó una mujer directores de la moda, que nada tienen, por cierto, de santos, ni siquiera de dignos ni de respetables; y todo esto pasa como cosa corriente, sin que á los amadores del mundo se les ocurra protestar, ni menos se atrevan á romper con tan degradante esclavitud... Y mientras tanto hacen befa y escarnio de los que tienen á gala seguir los gustos y aficiones de un Santo tan esclarecido como el Penitente de Asís y de imitar el modelo de su hábito. ¡Qué aberración tan intolerable! 11 De lo que hasta aquí llevamos dicho, manifies- tamente se desprende el alto aprecio que el ter-

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