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198 LA TERCERA ORDEN Y LA MUJER los que se ofende la moral, la penitencia y santa austeridad, carácter distintivo de la O. T., el amor al recogimiento y al retiro, tan propios de un ins- tituto que tiene la forma de Orden, y, en suma, el pobre escapulario, la humilde cuerda y la misma profesión, son cosas encaminadas á apartar á la mujer terciaria de todo peligro de perversión, y ayudan grandemente á destruir en ella la vanidad y la coquetería, que es tan frecuente y ordinaria en las de su sexo, y la pasión del lujo, que tantos males y desastres causa en la familia. Educada la mujer con tan saludables principios adquiere un temple especial, un corazón generoso y desprendido, dispuesto á aceptar resignada- mente todos los sacrificios que imponen las di- versas circunstancias de la vida, con lo cual viene á ser ella el sólido fundamento de la paz domés- tica y el consuelo de todos los miembros de la familia. De semejante mujer cabe decir lo que la Santa Escritura de la mujer fuerte: (1) «Que es de más estima que todas las preciosidades traídas de los últimos términos del mundo; que en ella pone su confianza el corazón de su marido; que viene á ser como la nave de un comerciante, que con su industria trae de lejos el sustento; que aplica sus manos á los quehaceres domésticos aunque fatigosos y las abre para socorrer al pobre; que los de su casa no temerán los fríos de la nieve porque ella los defenderá con vestidos bien forra- (1) Prov., XXXI, 10 y siguientes.

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