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194 LA TERCERA ORDEN Y LA MUJER mujer sacrifique su buen deseo en aras de la paz de su familia, ó que consulte con el confesor y se atenga á su dictamen, que es lo que prudentemente aconseja la Regla en semejantes circunstancias. La mujer admitida sin el permiso de su marido, debe esforzarse con mayor esmero en atenderá sus obligaciones domésticas, omitiendo si es pre- ciso los actos de piedad incompatibles con aqué- llas, y no dude, que á los ojos de Dios serán más agradables las privaciones que se imponga y los sacrificios que haga para mantener la paz en el hogar, que todas las devociones y prácticas pia- dosas en que pudiera ejercitarse, y que Nuestro Señor galardonará sus buenos deseos, aunque por imposibilidad no los hubiera realizado, como si fueran las obras más meritorias y excelentes. II Pero no creáis, amados terciarios, que la acción benéfica de la O. T. se haya limitado á la santifi- cación de la mujer en el estado del matrimonio, inculcándole, como acabamos de demostrar, el espíritu de obediencia y sumisión á su marido. Se ha extendido á más, ha influido de una manera ge- neral en el perfeccionamiento de la misma, cual- quiera que haya sido su estado, ha contribuído poderosamente á modelar su corazón y formar su espíritu, según las máximas del Evangelio, prepa- rándola de este modo al desempeño de sus debe-
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