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188 LA TERCERA ORDEN Y LA MUJER hablar de aquella acertada disposición de la Regla de la V. O. T., que dice: «No serán admitidas my- jeres casadas sin el consentimiento de su marido, salvo cuando pareciere deber hacerse otra cosa, 4 juicio del confesor de las mismas.» La aclaración de esta cláusula será el objeto de la presente con- ferencia, tratando á la vez cómo de asunto íntima- mente unido con esa prescripción de la influencia de la T. O. en la santificación de la mujer .—Ave María. El matrimonio es, sin disputa, la sociedad más respetable por su antigiitedad y más necesaria por los fines de su institución. Todas las sociedades de la tierra, por augustas que sean, tienen su ori- gen en el matrimonio; de él parten las corrientes de la vida y por él se forman las familias, los pueblos y las naciones. La recta organización del matrimonio, por lo tanto, su formación y desen- volvimiento sobre las bases establecidas por el Creador, es el punto capital de toda civilización, es el fundamento único sobre que debe levantarse el progreso, la moralización y el bienestar de los pueblos Afortunadamente, la Religión Cristiana ha enseñado á la humanidad los eternos principios sobre que descansa el matrimonio, las leyes fun- damentales que deben regularlo y el orden pres- crito por Dios al mismo. Todo lo ha enseñado
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