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CONFERENCIA DUODÉCIMA 187 O tuída expresamente para servir de poderoso dique á la inmoralidad, haciendo renacer en todas partes el espíritu cristiano, no podía olvidar á la mujer, elemento tan indispensable y eficaz, factor tan principal en la reforma de las costumbres. Que esto ha sido así, nos lo dice claramente la brillante historia de esa gloriosa institución, cuyas páginas nos ofrecen á cada paso luminosos testimonios, pruebas las más evidentes de la saludable influen- cia que ha ejercido en la santificación de la mujer. Sí, carísimos terciarios, la O. T. de Penitencia ha sido para la mujer una escuela de moralidad; en ella ha aprendido el desprecio de las vanidades del mundo, la humildad, la mansedumbre cristiana y las demás virtudes que necesita para recorrer con varonil entereza la escabrosa senda de sus propios deberes; en esa saludable escuela ha adquirido el corazón de la mujer el temple y el valor necesario para soportar con calma y resig- nación las contrariedades de la vida, y para hacer frente á esa nube de sinsabores y amarguras que con harta frecuencia se cierne sobre el hogar doméstico; allí, sobre todo, se le ha enseñado una virtud principalísima, que es la salvaguardia del orden y de la paz doméstica, á saber: la obedien- cia y sujeción á su marido; obediencia tan abso- luta que llega hasta sujetarla al querer razonable de su esposo aun para su ingreso en una institu- ción tan provechosa como es la O. T. Prosiguiendo el desarrollo del plan que me he propuesto en estas conferencias, pertenece hoy

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