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174 DE LA CONCORDIA ponen más de relieve el valor intrínseco de la misma y la necesidad que de ella tenemos. Porque la concordia es el fundamento del orden, la base de la prosperidad de las naciones, el vínculo que estrecha entre sí á los pueblos y los hace fuertes y poderosos, es el lazo que une á los miembros de las familias, es la alegría del hogar doméstico, es el bálsamo que suaviza las terribles amarguras que tan frecuentemente aciba- ran nuestra existencia en este valle de quebran- tos, es, en fin, el sol que hace algún tanto risueña la vida del hombre. Quitad la concordia y habréis hecho desaparecer la paz; el mundo más que morada de seres humanos, parecerá una selva de bestias feroces que mutuamente se persiguen y destruyen; los hombres, en vez de amarse como hermanos, se aborrecerán como réprobos, y la tierra, teatro de las mayores violencias, atrope- llos y desórdenes, se convertirá en un horroroso infierno; la vida social se hará imposible, y en el hogar de la familia se eclipsará la plácida luz que alegra sus días y endulza sus pesares, en suma: desapareciendo la concordia entre los hombres, se desvanecería la dicha y la felicidad, para ceder su puesto á todas las desventuras y calamidades mayores y más terribles que todas las que actual- mente padecemos. Por todo lo dicho se comprende la razón por la cual aborrece Dios tanto las discordias, que llega á decir que le es detestable aquel que las siembra entre los hermanos. Se.r sunt que odit Dominus,

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