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164 OBEDIENCIA Y ACATAMIENTO A LA IGLESIA tros respetos y atenciones, amados terciarios, amándole como á vuestro padre espiritual; intere- saos por su gloria y exaltación, tomad parte muy activa en todas las obras que tengan por objeto mantener su decoro y el esplendor de su altísima dignidad. Un terciario debe figurar siempre en primera fila en todas las manifestaciones de res- peto que se hagan al Soberano Pontífice; nadie debe aventajarle en esto, como tampoco en la obe- diencia y sumisión práctica, no sólo á sus manda- tos, sino á sus simples consejos ó amonestaciones. La voz del Papa ha de ser para un terciario la voz de Dios; sus enseñanzas debe mirarlas como oráculos de verdad y sus leyes como norma nece- saria y obligatoria de su conducta en todas las circunstancias de la vida. El Papa es el centro de la unidad católica; donde él está, allí se encuentra la verdadera Iglesia de Jesucristo; allí se halla la fe y la moral cristiana en toda su pureza. En la Cátedra Apostólica ha de buscar el terciario la luz para su inteligencia y la firmeza para su voluntad en medio de ese diluvio de errores que inunda la sociedad moderna y á través del constante variar de las opiniones humanas. Mas no se ha de contentar el terciario con prestar acatamiento á la soberana autoridad del Romano Pontífice, sino además á todos los grados de la Jerarquía Eclesiástica, especialmente á los obispos y á los sacerdotes. Jesucristo levantó su Iglesia sobre San Pedro y sus legítimos sucesores; pero á parte de este

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