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CONFERENCIA DÉCIMA 161 espíritu franciscano, y así dejó también en la pos- teridad á los terciarios, nobles ejemplos que imi- tar, norma de conducta que seguir y lecciones de fervor cristiano que aprender. El incansable celo de este hombre extraordina- rio por el decoro de la Religión, su infatigable solicitud en promover por todas partes la gloria de Dios, su santa intransigencia con el error y los enemigos del Catolicismo, su indomable valen- tía en perseguir á los adversarios del orden y de la justicia, y, sobre todo, su abrasado amor á su santa Madre la Iglesia Católica, su profundísima veneración é inquebrantable acatamiento al Papa, son virtudes y cualidades cristianas que señalada- mente debe esforzarse en imitar todo el que se precie de verdadero terciario de San Francisco. [1 Es un hecho tristísimo, pero verdadero, que desde el punto en que el protestantismo levantó bandera de rebelión contra el Sucesor de San Pedro, corren por el mundo doctrinas perniciosas, se han divulgado por la sociedad enseñanzas y máximas sediciosas que tienden directamente á menoscabar el respeto debido y la veneración obli- gada al Pastor Universal de la Iglesia; á entibiar el amor para con el Padre Común de la Cristian- dad, á restarle obediencia, sumisión y respeto, á sustraerle, en una palabra, el afecto y la voluntad de los pueblos cristianos. Semejantes doctrinas, A A

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