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154 OBEDIENCIA Y ACATAMIENTO A LA IGLESIA Digamos, pues, algo sobre la obediencia y acatamiento á la Iglesia que ha de tener el tercia- rio.—Ave María. I El timbre más glorioso, el blasón más noble de la Orden Seráfica, lo constituyen, sin duda al- guna, la obediencia y fidelidad, nunca desmenti- das, de sus hijos á la Iglesia Romana, su adhesión inquebrantable al Pontificado, su celo ardiente por defender sus sagrados derechos y divinas prerrogativas. La memorable visión que tuviera el Papa Ino- cencio III, en la que vió á San Francisco bajo la figura de un despreciable mendigo, sosteniendo sobre sus hombros la iglesia de Letrán, que ame- nazaba desplomarse, ha tenido el más exacto cumplimiento. Efectivamente: Francisco, con sus hijos, ha venido á ser siempre como un muro de defensa, á manera de ejército aguerrido, dis- puesto á defender siempre los sagrados intereses del Catolicismo y los inviolables derechos del Pontificado, contra los constantes ataques de sus enemigos. «Es un hecho digno de atención—dice á este propósito un historiador protestante—ver en todas partes á los franciscanos formando la es- colta del Romano Pontífice.» No vemos, sin em- bargo, el motivo por qué haya de llamar tanto la atención esta noble actitud de los hijos de San Francisco para con el Supremo Pontificado, siendo
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