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CONFERENCIA DÉCIMA 153 costumbres en todos los candidatos á la T. O. de Penitencia. Siguiendo, pues, el plan que me he propuesto desarrollar en estas piadosas conferencias, des- pués de haber hablado, en las anteriores, de la integridad y pureza de fe que ha de resplandecer en el terciario y de las cristianas costumbres que ha de observar, corresponde tratar ahora del amor entrañable y del respeto y obediencia que debe tenerá la Iglesia y al Romano Pontífice, Vicario en la tierra de Nuestro Señor Jesucristo. El asunto que me propongo exponer á vuestra consideración es, sin duda, uno de los más intere- santes, y tiene ciertamente una oportunidad á todas luces conocida. Conviene, en efecto, incul- car en el ánimo del terciario el entusiasmo por el Papa, la adhesión firme é inseparable á la Silla de San Pedro, la veneración y acatamiento á todo lo que dimana del augusto Jerarca del Catolicismo. Y esto no sólo porque el Papa es el centro de toda luz y la piedra fundamental de la Iglesia, sino más principalmente para precaver á los terciarios de las perniciosas máximas que el malhadado protes- tantismo esparció en el mundo y que tan en boga están, por desgracia, en nuestra época, las cuales, como es sabido, tienen por objeto hacer despre- ciable la persona y la influencia del Romano Pon- tífice, debilitar su autoridad en el corazón de los cristianos, emanciparlos, finalmente, de aquél á quien Jesucristo constituyó Pastor universal de su Iglesia.

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