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CONFERENCIA NOVENA 143 Pues bien, amados terciarios, esa mayor per- fección á que os conduce vuestro estado, esa san- tidad más excelente, ha de ser el blanco de vuestras aspiraciones, el sello de vuestra con- ducta. En vuestras palabras, en todas vuestras obras, habéis de parecer, no sólo como perfectos cristianos, que esto es poco para el que ha abra- zado una regla basada en las purísimas máximas del Evangelio, sino además, como hombres de profundas convicciones, de fe viva y eficaz, de fervor religioso, de sólida piedad, y en una pala- bra, ha de ser vuestro porte semejante, en lo posible, al de las personas consagradas á Dios que viven en el claustro. No ignoráis que este fué el sublime ideal de San Francisco al instituir la Tercera de sus Órda- nes: introducir en la familia y la sociedad las vir- tudes y prácticas de la vida religiosa compatibles con el estado secular, esparcir en el mundo el misticismo de los claustros, purificar, por este medio, las costumbres, santificar todos los esta- dos, y renovar en todos los órdenes de la vida social el verdadero espíritu cristiano. Ved á este propósito y en confirmación de lo que venimos diciendo, cómo habla un ilustre pole- mista y fervoroso terciario (1): «La T. O., dice, es la extensión de la vida religiosa hasta los segla- res; su espíritu es, ante todo, el espíritu de la vida religiosa en general, es decir, el espíritu de (1) Mons. de Segur.