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126 INTEGRIDAD Y PUREZA DE FE — res del liberalismo condenados por ella ó, por lo menos, muestra tendencia y afición á esos errores; lo cual, bien comprenderéis, hermanos terciarios, cuán opuesto es al espíritu de la O. T., que pres- cribe la más pura ortodoxia á todos sus individuos. Con razón, pues, escribía el ilustre terciario Mons. de Segur: «Que un católico liberal no tiene ningún derecho á poner el pie en el paraíso terrenal de la T. O. de San Francisco; no estaría aquí como en casa propia: el Serafín de Asís está allí, á la entrada de esta tierra bendita, empu- ñando la fulminante espada; diciendo á todos los que no llevan en sus frentes, en sus labios y en su corazón la señal de San Pedro, es decir, el espíritu católico en toda su integridad y pureza: ¡No entra- réis!» No, no pueden ser admitidos los que se llaman católicos liberales, porque carecen de aque- lla ortodoxia y firmeza de creencias católicas exi- gidas por la Regla á todos los candidatos (1). 11 No queráis nada, amados terciarios, con el li- beralismo ni con ninguno de los perniciosos erro- res modernos condenados en el Syllabus de Pío IX; rechazad semejantes doctrinas y hasta los pomposos nombres con que se apellidan. Si que- réis una denominación noble y gloriosa, decid con (1) Véase sobre esto lo que dice el P. Hilario de París, en su erudita obra titulada Liber Tertíi Ordinis, en la pág. 214.
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