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CONFERENCIA OCTAVA 125 seguir la corriente 6, lo que es aún peor, por miedos pueriles y cobardías indignas; sino que es necesario arrostrar todas las consecuencias que trae consigo la profesión neta de la fe católica en toda su pureza é integridad. Lo contrario es sen- cillamente ser católicos en teoría y apóstatas en la práctica, ser creyentes en privado y ateos en las costumbres; es, en una palabra, como suele decirse, jugar á dos cartas Óó nadar entre dos aguas; pretender agradar á Dios sin disgustar á los hombres; lo cual pareció cosa tan imposible al Apóstol San Pablo, que dejó escrito en una de sus epístolas: Sí adhuc hominibus placerem Christi servus non essern (1). Si agradare aún á los hom- bres, no sería siervo de Jesucristo. Muy lejos, pues, de vosotros todo lo que huela á semejantes procedimientos; ni en las obras ni en las palabras os permitáis cosa alguna que haga sospechosa vuestra fe. Llamarse católico liberal, prudente, moderado y otros calificativos seme- jantes, es cosa que en modo alguno puede tole- rarse en un hijo de San Francisco; porque tales nombres indican limitación, cierta reserva en el acatamiento á las doctrinas de la Iglesia; esos nombres han sido inventados para cohonestar el perniciosísimo y erróneo sistema del liberalismo condenado por Pío IX y León XIII, de santa memo- ria. De consiguiente, el que los usa da á entender que juntamente con la fe católica profesa los erro- (1) Galat., 1, 10,

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