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x De la Orden Tercera se h: dicho, mucho y muy bueno ] za 1e- nido estudio de ella; pero en forma de sermones no e E es Ue sabemos que, hasta hoy, se haya publicado nada en la ] a hermosa lengua castellana. Resulta de esto que para predicar de la Tercera Orden, ó se tienen que emplear lugares comunes ó se ha de : : EE an dándole forma oratoria, después de haber estudiado Hs niara hahlar debidamente el punto acerca del cual se quiere hablar. cer un trabajo especial, excogitando el asunto, Porque la Orden Tercera es indudablemente una mina riquísima de elementos para la oratoria sagrada; pero esa mina hay que explotarla y esos elementos que están sueltos, esparcidos y sin forma, hay necesidad de reunirlos, ordenarlos y darles la adaptación conve- 1 el ora- niente para un discurso. Mas todo esto quisis dor hacerlo en poco tiempo y con no mucho trabajo. Porque los sermones que se predican á los terciarios no son, de ordinario, de gran compromiso; no son de aquellos para los cuales da uno por bien empleado algunos días de estudio y de esfuerzo de la inteligencia; suelen ser pláticas familiares encaminadas á instruirlos y reanimar en ellos el espíritu franciscano; pláticas que uno quisiera improvisar preparándose fácilmente con sólo dar una rápida ojeada á cualquier escrito que, además de concretar todo lo que hay que decir sobre el asunto que desea hablar, les ofreciese asi- mismo una introducción y algún plan para el desarro- lo del discurso. Siempre hemos creido que esto serviría grande- mente á que se predicase mejor y con más frecuencia de la Orden Tercera, y á no pocos hemos oído lamen- tarse de que no se hubiera escrito y publicado en
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