BCCPAM000526-2-19000000000000
122 INTEGRIDAD Y PUREZA DE FE Maestro de la vida. El acatamiento, pues, á las en. señanzas de la fe es ley absoluta y universal para todos á quienes ha sido suficientemente anunciada, que no admite excepciones en su cumplimiento, que nadie puede impunemente eludir, que por nin- guna cosa puede ser sustituída, de tal modo que es para nosotros cuestión de vida ó muerte: ó creer, ó de lo contrario condenarse. Sin fe es imposible agradar á Dios, nadie puede hacer obras merito- rias de vida eterna, ni participar de los beneficios de la Redención. De manera que el árbol de la vida cristiana recibe su vida y todo su desarrollo de la fe, como de primera y principal raíz; por ella chupa la savia divina para producir fragantes flores de virtud y sazonados frutos de buenas obras. Además de todo esto, la fe es luz de nuestra inteligencia, regla infalible de moralidad, espejo en donde debe mirarse el alma, freno de las pasio- nes, principio del temor de Dios, aliento de nues- tra vida espiritual, y, en una palabra; manantial fecundo de todos los bienes. Por lo cual dijo San Agustín: «Que no hay riquezas ni tesoros que puedan compararse con la excelencia de la fe» (1). Esa fe, pues, tan necesaria, y que tan incalcu- lables provechos nos reporta; esa fe celestial, que no es otra cosa que el conjunto de verdades reveladas por Dios á los hombres y propuestas á nosotros por el magisterio infalible de la Iglesia; esa fe, digo, debe todo cristiano, pero muy parti- (1) Serm. de verbis Apostoli.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz