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CONFERENCIA OCTAVA 121 sario van encaminadas estas conferencias, en las que, Dios mediante, iremos discurriendo sobre las principales ordenaciones de la Regla de la V. O. T. Para proceder con el debido orden, comenza- mos por el primer capítulo de la mencionada Regla, disertando sobre aquella importantísima disposición que tiene por objeto asegurar la orto- doxia de los que han de ser admitidos en esta milicia sagrada; disposición que la Regla anuncia en estos términos: «Los que pidan entrar en la T. O.... sean probados especialmente en la santi- dad de su fe católica.» Esta cláusula me ofrece el argumento para la presente conferencia, en la que trataré de la ínte- gridad y pureza de fe que ha de tener el tercia- rio. Asunto interesantísimo es el que me propongo desarrollar, el cual pide mucho tino y acierto de mi parte para decir todo lo que conviene sin vaci- laciones ni miramientos mal entendidos, y de la vuestra, la mayor atención para no perder ninguna de estas enseñanzas tan provechosas.—Ave María. l Es la fe, amados terciarios, fundamento de nuestra justificación, principio necesario de la vida sobrenatural, lazo de nuestra unión con Je- sucristo, y medio imprescindible para alcanzar la eterna salvación. «El que no creyere, será con- denado» (1). Tal es la declaración terminante del (1) Matth., XVI, 16.

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