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116 ESPÍRITU DE LA YV. 0. T. fin alguno. Sea el primero la afectuosa devoción al Seráfico Patriarca y la fervorosa consideración de sus virtudes. «Nuestra principal recomenda- ción, decía á este propósito León XIII, es que los que han vestido las insignias de la O. T. pongan su vista en las huellas del Santo Fundador apli- cándose á imitarle.» San Francisco debe ser como un espejo en donde se miren los que se glorían de ser sus hijos, ahí han de aprender éstos el verda- dero espíritu de su Orden; la vida y virtudes de ese gran Santo debe, por consiguiente, ser el libro de meditación de todo buen terciario. Aprovecha también grandemente, para conocer el espíritu de la O. T., la lectura de libros de la Orden Franciscana, especialmente los que tratan de la vida del Seráfico Patriarca y de asuntos re- lacionados con la O. T. Nutran, pues, los tercia- rios su inteligencia con esas lecturas y llenarán sus almas de espíritu franciscano y sus corazones se estremecerán de júbilo por la dicha de pertene- cer á una de las familias del Serafín de Asís. Esto es muy importante, porque sin ello decae el espí- ritu franciscano, al modo como el fuego se apaga si se descuida el avivar su llama añadiéndole com- bustible. Para terminar, hermanos terciarios, nada me parece más oportuno que dirigiros aquellas her- mosas palabras de San Pablo: «Obsecro vos ut digne ambuletis vocatione qua vocati estis» (1). (1) Ephes., IV, 1.

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