BCCPAM000526-2-19000000000000

108 ESPÍRITU DE LA Y. O. T. esta razón es tan distinto de ese otro espíritu que informa ciertas devociones sentimentalistas de nuestra época. Con la soberana influencia de ese espíritu se formaron almas tan extraordinarias como las Isa- beles, las Margaritas de Cortona, los Elzearios, los Fernandos y Luises y toda esa pléyade de santos que, á manera de resplandecientes soles, brillan en el firmamento de la O. T. Ese espíritu les enseñó á ser humildes en medio de las gran- dezas del mundo, pobres entre las riquezas, peni- tentes entre las comodidades y regalos, que por amor de Dios despreciaron, fervorosos en medio de los azares de la vida y, finalmente, con ese espíritu vivieron en el siglo con la perfección de los religiosos. [1 De todo lo dicho se deduce ya lo que me he propuesto demostrar en esta segunda parte, es á saber: la obligación que tienen los terciarios de proceder en todo conforme al espíritu de su Orden. Efectivamente; si como hemos indicado el espíritu de la O. T. es su alma y el origen de todas sus influencias morales, síguese necesariamente que para participar de la vida de la O. T. es preciso nutrirse de su espíritu y tenerlo por norma de las costumbres. Por consiguiente, sólo será buen terciario el que obre de esta manera, el que procure vivir

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz