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CONFERENCIA SÉPTIMA 107 nes monásticas, no en su plenitud, que en esto se halla la diferencia esencial entre éstas y aquélla, sino en sus tendencias, gustos y aficiones, permí- taseme la expresión. Mas como quiera que la O. T. tiene su proce- dencia de la primera Orden Franciscana, su espí- ritu ha de ser franciscano, ha de adoptar la forma de la santidad peculiar de las familias Francisca- nas: su pobreza, su austeridad, su sencillez, su fervor y todo lo demás que distingue á éstas de las otras órdenes religiosas. Esta es la indole peculiar de la O. T. y este es, objetivamente considerado, su espíritu. Espíritu excelentísimo porque es la médula del Evangelio; espíritu robusto destinado á sustentar en las almas la verdadera vida cristiana, y espíritu finalmente seguro, porque es el espíritu de Aquél que es Sabiduría de Dios, luz del mundo, camino, verdad y vida de los hombres. Por esto se observa que los terciarios que se hallan posesionados de este espíritu, son modelos de perfectos cristianos, son cristianos de profun- das convicciones, de fe inquebrantable, de virtu- des sólidas, cumplidores de las leyes de la Iglesia, cristianos, en fin, que en sus conversaciones y en sus costumbres llevan una cierta austeridad é integridad que los distingue de los demás. Y es que el espíritu de la O. T. participa de aquella saludable severidad y mortificación del espíritu de San Francisco, está impregnado, como el de este Santo, del amor á Jesucristo Crucificado y por

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