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104 ESPÍRITU DE LA V. O. T. y segundo, la obligación que tienen de obrar al tenor de ese espíritu, todos los que á ella perte- necen.—Ave María. Antes de entrar de lleno en el asunto que me he propuesto desarrollar en esta conferencia, con- viene, para mayor claridad, concretar los términos de la cuestión, definiendo con toda la exactitud posible lo que se entiende por espíritu de la O. T, Compréndese, bajo este nombre, todo aquello que informa la vida religiosa y moral de la O. T.; su manera de obrar para conseguir en sus indivi- duos la santidad cristiana. Al modo que el alma es causa de la vida del cuerpo y de sus operaciones, el espíritu de la O. T. es el origen de las energías religiosas de la misma y debe ser el propulsor de la conducta de todos los que de ella forman parte. La santidad, como es bien sabido, esencial- mente considerada, es única y siempre la misma, la cual consiste en la perfecta unión del alma con Dios por medio de la caridad. Varía únicamente en las formas que adopta por razón de la diversidad de estados y de los medios que se emplean para alcanzarla. Porque una es la forma de la santidad del religioso y otra la del secular, y una la del sacerdote y otra la del lego, y muy distinta la de las almas consagradas exclusivamente á la con- templación, de las que se dedican á la vida activa y á la mixta. Pues bien: lo que hace obrar al indi-

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