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CONFERENCIA SEXTA 97 lia del Llagado Serafín. Parad vuestra atención en ese hermoso y ordenado ejército de hijos de San Francisco. Fijaos, en primer lugar, en esos innumerables coros de vírgenes pertenecientes á la Segunda Orden. Vedlas ocupadas constante- mente en la oración y alabanzas divinas; que pasan los días en el recogimiento, las noches en la contemplación y los años en la más austera penitencia; que viven la vida de los ángeles por su pureza, que arden de continuo en la llama de la caridad como abrasados serafines, sin otros pensamientos que los del cielo, ni más deseos que unirse á Dios íntimamente y llegar á la cum- bre de la perfección evangélica. ¡Oh qué cúmulo de gracias, qué tesoros de merecimientos consi- guen esas almas privilegiadas con tan loables ejercicios y santas ocupaciones! Pues de todo este abundantísimo filón de rique- zas espirituales, participa el hermano de la O. T.; suyas son las lágrimas, las oraciones, penitencias y sacrificios de tan gran número de religiosas. Mirad, por otra parte, ese escuadrón de após- toles incansables, misioneros celosos, sacerdotes edificantes y religiosos ejemplares que llenan el mundo con el olor de sus virtudes y atraen á Cristo innumerables almas con la eficacia de sus exhortaciones y el poderoso estímulo de sus ejem- plos. Son los religiosos de la Primera Orden que tienen levantados sus pabellones en todos los pueblos de la tierra, son los celosos hijos del Patriarca de Asís, que, á imitación del Divino