BCCPAM000526-2-19000000000000

CONFERENCIA SEXTA 95 no tengo otro fin ni otro es mi intento, que poner de relieve la dignidad y grandeza de la misma y la grande estimación que de ella ha hecho la Igle- sia. Pero de ningún modo pretendo con esto inge- rir en el ánimo de los terciarios la vanidad y el orgullo, vicios detestables en todo cristiano, y más reprensibles en un hijo de San Francisco, cuyo distintivo ha de ser siempre la modestia y la humildad. El terciario franciscano, lejos de en- greirse y volverse altanero por los privilegios de su Instituto, debe, al contrario, humillarse y reco- nocerse indigno de pertenecer á una Orden ilus- trada con las virtudes de tantos santos y enalte- cida con tantas gracias y privilegios. Y con este espíritu de humildad, trabajar con anhelo por ha- cerse digno de la vocación á que ha sido llamado, porque bien cierto es el adagio vulgar: «Que el hábito no hace al monje,» esto es: que el mérito del estado religioso no es la simple vestición del hábito el que lo proporciona, sino las santas obras y la honesta vida del que lo lleva. De modo, que el terciario recibirá el galardón, no por las glorias, excelencias y privilegios de su Orden, sino por el fervor con que ha vivido, la fidelidad con que ha guardado su Regla y estatutos y por las virtudes. que ha practicado. En suma: que el recuerdo de las grandezas de la V. O. T. debe servir única- mente para acrecentar en los hermanos terceros el amor y entusiasmo por su Instituto, y de ningún modo para menospreciar las otras hermandades 6 cofradías, todas las cuales han de considerar por

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz