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CONFERENCIA SEXTA 7 bre cortado á la medida del corazón de Dios, no se recataba en decir que inclinaba su voluntad al cumplimiento de las leyes divinas por la recom- pensa que esperaba, esto es: por el provecho que le traía su observancia. Bien puede uno, pues, determinarse á servir á Dios por la recompensa que Él nos ofrece y lícito y meritorio es inclinar nuestro corazón al ejercicio de la piedad por el tesoro que ella encierra, según aquellas hermosas palabras del Apóstol que me han servido de tema: Est questus magnus pietas. La piedad es un gran tesoro. Por tanto, muy con- veniente es considerar las ventajas y provechos espirituales que trae consigo la profesión de ter- ciario del Seráfico Padre San Francisco, para es- timular á los unos, á abrazar un estado tan salu- dable y para arraigar más y más en los otros, el amor y entusiasmo por la Orden á la que ya tiene la dicha de pertenecer. Y ved, carísimos terciarios, lo que me propon- go hacer en esta conferencia. Después de haberos manifestado la excelencia de la V. O. T., hoy me propongo exponer sus gracias y privilegios. No dudo que esta conferencia servirá grande- mente á confirmaros en vuestra vocación y reno- vará en vosotros el espiritu seráfico, estimulán- doos á servir á Dios con mayor fervor y perfec- ción, único fin que me propongo conseguir de este mi humilde trabajo.—Ave María.
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