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+: t i IAA ate eatBN sere x 260 char la voz de San Francisco, siendo el principal acuerdo de aquel célebre Capitulo, que los sabados se celebrase en todos los con- ventos de la Orden una misa en honor de la Bienaventurada Virgen Maria, declardndola de nuevo su Patrona, y constituyéndose heraldos de la Concepcién Inmaculada aquella inmensa falange de soldados de Cristo, y llamandose esta sentencia, entonces simple opinién, ées/s JSrangiscana, porque los franciscanos fueron quienes la sostuvieron y propagaron con el mayor brio y entusiasmo. Los sumos Pontffices Sixto IV y Sixto V, franciscanos, publi- caron bulas prohibiendo defender la doctrina contraria, y encarecie- ron la excelencia de celebrar la fiesta de la Inmaculada. El Car- denal Cisneros, también franciscano, fundé en Espafia las Cofradias de Maria concebida sin mancha, y se nombr6 Patriarca de las mis mas. A la Serdfica Orden deben su establecimiento y difusidn las devociones de novenas y fiestas, felicitaciones y asociacién en ob- sequio 4 la Concepcién Inmaculada, que en nutrido coro tributaron su homenaje 4 la celestial Princesa en nuestras iglesias. Digna corona y glorioso remate de los esfuerzos de nuestros hermanos fué el fausto suceso ocurrido 4 mediados del pasado siglo, Un Terciario franciscano, que se llamé el Pontifice de la In- maculada, Pio IX, el dia 8 de Diciembre de 1854, debié inundar de gozo el cielo y toda la cristiandad, declarando dogma de fe la piadosa creencia de los discipulos de Francisco; y cuando se pu- blicaba solemnemente en la basilica del Vaticano la Bula de la de- finicién dogmatica, los Generales de nuestra Orden:se llegaron re- verentes al Vicario de Cristo y le ofrecieron una rosa de oro y un lirio de plata, devolviendo de este modo y entregando al Padre comun de los fieles los triunfos y laureles é inmarcesibles glorias que conquistaran los invictos paladines de Maria y tan _ graciosa- mente orlaban la sien de la hija predilecta de la Concepcién sin mancha, la Escuela Franciscana. El texto de la definicién se grabé sobre una plancha de plata y se coloco al pie de la estatua de San Francisco, juzgando el Padre Santo que el mejor modo de recom- pensar los méritos y trabajos de los religiosos Menores, era enal- tecer y pregonar las preeminencias de Maria Inmaculada. La aparicién milagrosa verificada en la gruta de Lourdes fué tambien un rendimiento de gracias de la augusta Sefiora 4 sus inclitos apologistas: «Yo soy la Inmaculada Concepcion». El bienaventu- rado mortal que se estremecié de jubilo al oir estas palabras de los mismos labios de la Madre de Dios, fué la angelical terciaria de San Francisco, Bernardita Soubirous. Finalmente, si el Sefior crié purisima 4 Maria, Francisco y sus hijos la defendieron y artisticamente la crearon para que el mundo se extasiase al contemplarla. Un humilde terciario, Murillo, pinto 4 Maria Inmaculada con el mds sublime pincel que vieron jamas los siglos. El serafin mds encumbrado colored su paleta con matices celestiales, y del confuso caos de encontrados elementos salié la animacién.y la vida. Co- Fete Bi eae

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