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259 por todos los fieles; 4 él se debe la recitacién del Ange/us con los toques del Ave Maria, asi llamados vulgarmente; difundid el’ rezo del oficio de la Virgen, y de la cual hablo dulcemente en su _ Vida de Fesucristo Compuso un Salterio, aplicando a la Santt- sima Virgen los salmos de David, y lo mismo hizo con el himno de San Ambrosio y de San Agustin, Te Deum: obras que rebosan suavidad y dulzura no menos que poesia, revelando 4 la_ par profundo conocimiento y exquisito tacto para tratar asuntos tan delicados y dificiles Distinguidse sefialadamente en su admirable libro Spéculum Marianuim, en donde explicando la salutacién angélica, pone de relieve las prerrogativas y grandezas de Marfa con tal abundancia de razones y tan primoroso orden, que es verdadero arsenal de materias para la predicacién y alabanza de Nuestra Sefiora. Pero quizd San Bernardino de Sena haya so- brepujado 4 todos sus hermanos de religidn en popularizar el culto de nuestra Reina y en inflamar en su amor todas las al- mas Ella le escogid sin duda y le dotdé de relevantes’ cualidadés para desempefiar este honroso ministerio, Atin nifio, permanecia con frecuencia como extasiado ante la contemplacién de una imagen de Maria, la cual le intimé la orden de que se hiciese religioso Menor; remedié el defecto de su voz habilitandolo para la predi- cacién, y 4 los ecos de su ardiente palabra los pueblos, formando un solo coro, vitoreaban 4 Maria y la proclamaban su Patrona. De igual espiritu par'iciparon sus compafieros y hermanos Jesucristo confid a estos celadores de la gloria de su divina Madre la misién mds sublime que pueda desempefiar un hombre, ministerio que ciertamente envidiaron los angeles: proclamar 4 la faz del mundo entero que Maria Santisima fué inmaculada y pura en el primer instante de su ser natural; que las inmundas ondas de la culpa original, que envolvian y contaminaban 4 toda la humanidad, se abrieron y retiraron, como antiguamente las aguas del Jordan, para dar paso al Arca de la nueva alianza, apareciendo entonces Maria, inocente y encantadora y llena de gracia, como candelabro de oro purisimo en que debja asentarse la inextinguible luz ilumi- nadora de todas las naciones jSoberana distincién! El Serafin de Asis, llagado como el Sal- vador y con El crucificado, seria fiel trasunto del mismo Cristo en lo que respectaba 4 la Madre de Dios. La aplicacién preventiva de los méritos del Redentor eximid 4 Maria del estigma de origen, abismandola en un océano de gracia antes de que la im- pura corriente la atollase; y el Crucificado de Alvernia, por si mismo y en la persona de sus hijos, lo hace constar asi, y la redime y defiende de falsas imputaciones, y da 4 conocer 4 los hombres el gran misterio, y cierra la boca de la impiedad, y logra, después de una campaiia de siete siglos, que nadie ose disputarle 4 su Reina la eminente prerrogativa. A principios del siglo xi, en 1219, se congregaron junto al santuario de la Porcitncula cinco mil religiosos Menores para escu- 33

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