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253 Nada soy, nada puedo sin el esfuerzo de vuestro brazo Mas si hallé gracia en vuestros ojos, si algun valimiento tienen mis stiplicas, concédeme joh Sefior! que abandonando por breves instantes el solio de vuestra gloria, baje a la tierra 4 r ostrar mi agradeci- miento al inmortal Pontifice que ha tenido la honra de definir el dogma de mi Inmaculada Concepcidn y 4 la Iglesia Catdélica que tan .viva y piadosamente solicité esta definicién y tan gozosa y calurosamente la ha aclamado, «Quiero. reinar por amor en los corazones de los hombres.» —«Sea como pides, hija mia queridisima, respondio el Padre. Jamis te he negado nada: te acompafaran cien legiones de mis Angeles, sera toda la tierra tu patrimonio y herencia, y el cora- zon de los hombres el trono de tu amor » I Y el Angel de la inspiracién batid su vuelo en direccién a una pequena y olvidada ciudad del abrupto Pirineo y rozando blanda mente con sus alas el corazon de una ignorantey pobre, enfermiza y humildisima nina, la dijo: Vente conmigo. Por encrespada senda tapizada 4 largos trechos de matorra les y de musgo, de zarzas, avellanos, rosales silvestres y algunos arboles, cuyas ramas quebraba frecuentemente el viento, caminaba silenciosa la wifla inocente, arrastrada por la fuerza misteriosa del Angel del Sefor. ; »Vestida con un traje negro, usado y remendado, cubierto su delicado semblante con la caperuza blanca, que resguatdaba su cabeza y caia sobre sus espaldas, encerrados los piés en groseros zue- cos, encantaba el corazén atin mds que los ojos, con su inocente y rustica gracia » Las gentes conocian a la nifia con el nombre de Bernardita. A la sombra de los olmos, fresnos y chopos, que guarecen sus orillas, corre tumultuosamente el Gave, con mages'uoso mugir, estrellando sus olas fugitivas contra un lecho de guijarros y lamiendo mansamente Ja base de marmorea roca salvaje y solitaria, atravesada por tres excavaciones irregulares, asaz caprichosas y que’ Co- munican en're si como pudieran hacerlo los poros de una esponja giganiesca, formando una gruta agreste y ar'istica In frente de esta gruta dettivose la nifia y un espec'aculo ver- daderamente maravilloso presentése ante sus ojos. Rasgdése en dos el velo azul del firmamento y envuelta en densa nube que ocultaba su vista a los mortales, ‘celestial aparicidn surcé los etéreos espacios, Las estrellas, que andaban vagando por las bévedas inconmensura- bles del empireo vinieron brillantes y temblorosas 4 colocarse’ en torno de aquella divina beldad y formaron la corona de su frente. El sol esplendorosisimo tejid con hebras de oro su manto iluminado con rafagas luminosas y vivisimos resplandores y Ja p!ateada luna servia de escabel 4 su trono, circundado por legiones de espiritus angélicos.

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