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a) 16 Aquel jardin de espléndidos colores dénde un dfa los angeles plantaron las rosas del Empireo, agostaron los vientos de la envidia y la locura; y entre las ruinas que dejé la tea; de un glorioso pasado sepultura, se alz6 discordia con nefanda idea. Entonces, jay! entonces ! enmudecieron los sagrados bronces que convocaban 4 la grey cristiana, y el son de la campana, si alguna vez se oia un fanebre lamento parecia. Mas ; qué importa la mano que nos hiere_ » cuando es terrena y deleznable mano? Pongamos nuestra Fé en lo sobrehumano para decir creyentes: (Dios no muere! De Lourdes ved el majestuoso templo... | podran rugir las fieras tempestades; | podra cundir el malhadado ejemplo de quien quisiera hundir las catedrales en las ruinas y escombros del pasado y derribar, andando las edades, el augusto recinto del Papado. Mas jtodo inutil!. En la recia roca del Gave, eternamente renovada, dira Maria, 4 quien la Iglesia invoca: “Yo soy la Concepcién Inmaculada”. Joaquin Petticena Camacuo.

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