BCCPAM000525-6-22000000000000
221 zPero por qué nos hemos de asombrar de que Francisco em- pezara 4 hacer tanto a beneficio de la iglesia de Dios que padecia sus ruinas? ;Y cémo podia ménos de causar tal imitacién en las costumbres el ejemplo de un hombre en quien brillaban las mas herdicas virtudes? jQuién por mds obstinado que fuese podria resis- tir a la predicacion de un hombre tan justo como Noé, tan obe- diente como Abrahdan, tan inocente como Isaac, tan laborioso como Jacob, tan casto como José, tan celoso como Matatias y tan hu- milde como él era? ;Habria valor para resistir 4 un hombre en quien resplandecia la penitencia de los Estilitas, la abstinencia de los Pablos, le oracion de los Ambrosios, el poder hacer milagros de los Taumaturgos? Pero no pensemos que estas victorias de San Francisco le cos. taron pocas fatigas y desvelos. Nada menos: viajé repetidas veces por Italia, atravesé la Francia, anduvo gran parte de Espafia, y en todas. partes dejé eternos monumentos de sus trabajos por la con- servacion de la fé. Predicé a toda clase de gentes, 4 moros, a judios, a herejes, A cristianos. Predicé 4 sabios, 4 ignorantes, a grandes y 4 pequefios. Predic6 al mismo Papa y 4 los cardinales; anuncié el Evangelio al Sultan de Egipto, atravesando por todo el ejército de los moros, expuesto millares de veces a la muerte. Lucho afos enteros con los demonios que le atormentaban con golpes, con es. pantos, con tentaciones. Le tenté Satanas de vanidad con el aplauso de las gentes; pero el Santo se humillaba hasta la tierra; le tenté de interés ofreciéndole riquezas; pero el Santo las reputaba por estiércol. Le tenté también y muy porfiadamente en los montes solitarios y en los poblados, con el espiritu de deshonestidad; pero el santo se abrazaba unas veces desnudo con !a nieve, otras se revolvia entre zarzas, y otras se arrojaba intrépido sobre los carbones encendidos. Viendo Francisco que en él se verificaban aquellas palabras del Evangelio: Ecce mundus totus post eum abiit: que le seguian las gen- tes, y que todo el mundo iba tras él atraido de su virtud y de sus milagros, medita un famoso proyecto para perpetuar en el mundo su espiritu y sus ejemplos. Retirase 4 un monte solitario, y alli enar- decido como Moisés y Elias en el amor de Dios y de sus prdjimos, se dedica todo 4 la oracion y penitencia. Llora, clama, suspira, se abrasa, se consume, se derrite con la llama del divino fuego que ardia en su pecho. Alli los éxtasis, las raptos, las elevaciones de espiritu eran tan vigorosas, que arrebatando también su cuerpo por los aires, le subian sobre los drboles mas elevados: alli era el estre- mecerse los mds robustos troncos al duro golpe de sus crueles dis- ciplinas; alli era matizarse las flores y las hierbas con el carmin de su inocente sangre; alli finalmente, después de un prolijo ayuno de cuarenta dias, recibid de la mano de Dios la santa regla, y la orden de publicarla. jPero que regla! Una regla que conteniendo los preceptos y consejos evangélicos, ofrece 4 sus profesores la paz y la misericordia:
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz