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Bl jubileo dé 1a Pocitincula. pidiendo al Sefior la conversién de los pecadores, fué avisa- do por un Angel, que fuese inmediatamente 4 la iglesia, en donde hallaria 4 Jesucristo y a la Santisima Virgen rodeados de , un ejército innumerable de Angeles. Lleno de gozo por este feliz anuncio dirigidse 4 la iglesia, y vid que era verdad lo que se le habia dicho. Postrado, y pegada la boca en tierra para rendir al Sefior el mas humilde homenaje, oyé que le decia Su Divina Ma- jestad. «Francisco, por el celo que teneis tt y tus hijos por la sal- vacién de las almas, te permito que puedas pedirme alguna gracia en favor de las mismas, y para mi mayor gloria.» El Santo agobiado bajo el peso de tanta bondad le hizo esta peti- cién «Padre nuestro Santisimo, y mi Sefior Jesucristo, os pido, aunque yo mismo sea el mas miserable pecador, que todos los que visiten esta iglesia obtengan una indulgencia plenaria de todos sus pecados, des- pués que los hayan confesado 4 un sacerdote legitimo y suplico 4 la Biena\ enturada Virgen, abogada del género humano y Madre nuestra, me obtenga esta gracia con su intercesién,» En efecto: la Santisima Virgen intercediéd para con el Hijo, que pronuncié estas palabras: «Francisco, grande es la gracia que pides; pero atin recibirds otras mayores. Te concedo, pues, la indulgencia pedida; pero quiero que te presentes 4 mi Vicario en la tierra, 4 quien he dado el poder de atar y desatar, y le pidas lo mismo» Los compafieros del Santo, aunque distantes, oyéronlo todo, y vieron tambien un gran resplandor, que llenaba la iglesia y una gran multitud de Angeles; pero un temor respetuoso les impidié acercarse. A la madrugada Francisco los congregé, y les prohibié decir 4 nadie’ lo mas mi- nimo de la vision. Tomé consigo 4 Fr. Masseo y partid para Pe- rusa, en donde se hallaba 4 la sazén el Papa Honorio III, del cual, aunque no sin dificultad, obtuvo la confirmacién de la indulgencia. Esta fué después extendida por otros Sumos Pontifices 4 todas las iglesia de la Orden, para el dia 2 de Agosto. Asi tuvo principio la celebérrima indulgencia de la Porcitincula, llamada vulgarmente el Perdén de Asis. EE ste una noche en oracién nuestro Serafico Patriarca,
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