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177 politico hdbil No choque al lector, estos tiltimos adjetivos, porque did pruebas patentes de ambas cualidades Representaos dos pode rosos ejércitos, uno de cristianos mandado por el Archiduque de Austria Matias y el otro de turcos capitaneados por el Empera- dos Mahomet III en persona, y ya inmediatos 4 trabar batalla. Del éxito de aquella accién decisiva va 4 llorar Austria con lagrimas inconsolables su desdicha si la pierde, 6 la Puerta otomana va 4 verse cubierta de luto, si la suerte le es adversa. @Quién podia en estas criticas y terribles circunstancias ser el iris ite la serenidad en los corazones de los catdlicos agitados? sQuién? Lorenzo de Brindis! Cuando mas afligidos se hallaban los cristianos por la multitud y soberbia de los tureos, he aqui, que por mandato del Papa Paulo V y el Emperador Rodulfo, se pre- senta Fr. Lorenzo acompafiado de otros virtuosos capuchinos, en ’ medio de los ejércitos, con una bandera en una mano y con la cruz en otra, y animando 4 los catdélicos y prometiéndoles la victoria dan sobre los enemigos. Llueven balas sobre el capuchino; pero como si su cuerpo fuese algtin muro de diamantes caen muertas en tie: rra apenas tocan en el habito. Forma la sefal de la Cruz sobre la artillerfa de los turcos que hacia notable dafio a los catdélicos, y desde aquel feliz momento no vuelven 4 despedir un solo tiro los canones. Animanse con este prodigio los catdlicos, desfallecen los turcos, - gdnase la batalla con muerte de mas de treinta mil enemigos, to- mesa de resultas la famosa plaza de Belgrado, y quedan en poder de los cristianos todos los viveres, armas, municiones carros, tiendas y ri- ’ quezas del ejército vencido de los tucros. sQuien duda que S Lorenzo de Brindis faé un habil politico? Hervia por aquel entonces el mundo en las ideas protestantes que oca- sionaban disturbios y guerras intestinas que hacfan la desdicha de los pueblos, y temeroso Rodulfo II de Alemania del gran incre- mento que las ideas disolventes iban tomando pidié al Papa un Emba- jador extraordinario cerca del Rey de Espafia Felipe III para estrechar la liga contra los herejes. Puso los ojos el Papa en nuestro Lorenzo de Brindis quien desempefid su cometido con habilidad,tal que el mismo rey espafiol llegé a decir: Este Embajador manda, no ruega.» De Espafia pasé 4 Alemania donde compuso las disensiones que habian surgido entre el Emperador y su-lermano el Archidu- que Matias sobre los Estados hereditarios. Disponianse 4 pasar 4 su Patria cuando en 1617 y 1618 fué nombrado de nuevo por el rey de Nadpoles Embajador cerca de Felipe 1V de Espaiia. Tomé el camino para Lisboa donde se hallaba el Rey para tomar po- sesién del Reino de Portugal. Esta era la ultima embajada que ha- bia de desempefiar. Al llegar 4 la capital lusa, sintidse indispuesto y si bien los médicos de Camara que el Rey envid para que le cuidasen como 4 su: Real Persona y el Conde Malvesi y otros altos personajes creian ser pequefia indisposicién, él aseguraba ser prdéxi- ma su muerte. Llamé 4 su confesor, hizo confesion general con
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