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90 rey de los siglos. ¡Ah! El Eterno Padre se complació tanto en este amor, que gustoso te dió á su propio Hijo, para que se encarnase en tu seno, y viniese al mundo á encender en él el fuego del amor: y ese mismo Unigé- nito del Padre vino á morar dentro de ti como en el tá- lamo de su gloria, confundiendo las llamas de amor de su Corazon con las del tuyo, y alimentándolas á las dos un mismo principio, que era el Espíritu Santo. Yo te amo, ó Corazon dulcísimo, y deseo amarte con tanta perfeccion, que no haya en mi corazon mas que un afecto, un deseo, y sean estos el amar á tu Hijo sacratí- simo, y el complacerle en todas las cosas, haciéndolas todas para su honra y gloria. Así sea. Oraciones y demás como el primer día, Todo como el primer dia. MEDITACION. Amor del Corazon de María al Redentor futuro. Era el Espíritu Santo quien por medio de una inspi- ración contínua, enseñaba al alma de María los miste- rios inefables de la vida que habia de tener entre los hombres el Redentor prometido, descubriéndola cuanto era conducente para prepararla á la obra admirable, cufo secreto estaba encerrado en el Corazon del Padre

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