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79 descubrió la dignidad á que la tenia predestinada, hasta que no llegó el momento prescrito por la Sabiduría infi- nita,ni la reveló de una vez todas las grandezas de los !. Y aun cuando por medio del emba-= jador del cielo, la fué manifestada la naturaleza de su Hijo, su divini lad, su reino eterno, y los triunfos que misterios divinos habia de conseguir del infierno, y de la muerte, com- prendió al poco que habia de pasar su vida entre ince- santes contradicciones, que le suscitarian los malos ?, y que no habia de llegar su amado Jesus á empuñar la palma de le* victoria, sino despues de haber recorrido la série de padecimientos, que forman el tejido de la pere- grinacion del hombre en la tierra, por haber él querido 3, María sabe infali- blemente por la fe, que su Hijo es el Eterno é inmenso, asemejarse en todo ú sus hermanos y lo ve crecer como los demás hombres, contemplán- dolo niño, mancebo, adulto, jóven, y varon perfecto, y recorriendo todas las fases de la vida humana entre las humillaciones y la pobreza. Sabe tambien que se ha de sentar á la diestra del Padre, y que ha de reinar para siempre en la casa de Jacob, y espera verlo en toda la plenitud de su gloria: pero ha de franquear antes el gran espacio “que media entre las fiestas de los ángeles en Belén, y las tristes escenas del Calvario, siendo todo este tiempo una arena, donde se ejercitan la fe y la es- peranza de María con actos tan heróicos, que no hay mente criada que pueda comprenderlos. 1 Nesciebat super hoc consilium Domini. (Div. Bonav. Me- ditat. Vit. Christ., cap. 12.; Beata Maria revelata cognoverat, sed non plane omnia. (B. Dyonis. Carthusian. Comment. in Luc., cap. 2, v. 48.) 2 - Luc. cap. 2, v. 31 y 35. 3 Hebr. cap. 2, v. 17.

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