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das las promesas divinas, ¿cuán indecibles incrementos no tuvo en su corazon esta virtud, hasta el instante en que se efectuó el misterio de la Encarnacion? ¿Cuánto no se aumentó, hasta que no vió subir á su Hijo triun. fante á los cielos, y ella misma los franqueó mas tarde acompañada de todos los ángeles, para recibir la Corona debida á su maternidad, humildad y virginidad? Cuatro mil años de espera casi habian amortiguado en los hom- bres las esperanzas del Redentor,y no faltaba quien du- dara de la veracidad de las promesas hechas á los pa- dres *: pero el Corazon de María lo deseó con tanta ve- hemencía, suspiró por su venida con tanto ardor, y la esperó con tanta certeza, que pudieron en presencia de Dios sus aspiraciones, mas que las de todos los justos reunidos: y podemos persuadirnos de que Dios, habien- do previsto las ansias de este Corazon, abrevió el tiempo de su venida, estimando en mas la redencion de ella sola, que la de toda la humanidad 2. Pero consideremos la naturaleza de esta virtud en el alma de María, y examinémosla con detencion. ya que Dios nos la ha dado, como un modelo que hemos de tener siempre á la vista para imitarlo. Porque, es cierto que ninguno de los santos llegó en esta vida a] grado de fe y esperanza que tuvo María, pues fué tan sublime, que se puede llamar de vision y posesion de lo que creia y esperaba *; mas no lo es menos, que Dios no la Erga incarnandi Verbi mysterium, longa et molesta expec- tatione fatigata fides deficiebat: et plures erant suspectas haben- tes promissiones patrum. (Div. Bernar. Serm. 2 Cantic. 2 Christus plus pro redimenda Matre venit, quam pro omni alia creatura. (D. Bern. Sen., tom. 2, Serm. 6.) 3. Datum est Maris ín via quod nemini sanctorum. Ascendit enim gradum visionis per cognitionem Fidei. (Div. Bonav. de Grad. contemplat. circa finem.)

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