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73 mente la union del Corazon de María con el Padre ce- lestial por medio de la fe. ¿Quién podrá medir sus pro- gresos al tratar con la confianza de una madre al Dios escondido bajo el velo de la carne? ¡Gon qué fe coloca en un tosco pesebre al que crió la tierra y adornó los cielos! ¡Gon qué fe esconde del furor de los tiranos al que con una mirada puede aniquilar al mundo! ¡Con qué fe contempla estática al Niño, que trabajaba como si fuera un plebeyo, trayendo agua á su madre, y lle- vando leña al que el vulgo tenia por su padre *, y per- mite que le sirva y obedezca el que es servido por in- numerables serafines! Con esta misma fe corre María á la cima del Calvario, y cuando los verdugos atormen- tan é insultan á su Hijo, ella lo adora con fervor *; y mientras en el corazon de los discípulos, consternados por la horrible catástrofe que su maestro ha sufrido, apenas arde una lánguida llama de fe, es esta tan viva y ferviente en el de María, que basta ella sola para hon- rar y glorificar dignamente á la Majestad infinita, hu- millada por nuestro amor en los horrores de la muerte y entre las sombras del sepulcro. Todas las cosas grandes que se cumplieron en Ma- a, tuvieron por fundamento la fe con que creyó á la palabra del Señor. Dichosa tú, la dijo Santa Isabel, por- que creiste *. No la llama feliz, porque fuera predestina- da á concebir en su seno al Hijo de Dios, ni porque está adornada de una gloria sin igual, la de ser Vírgen incor- 1 In domo Nazareth deferebat aquam matri, et in arte ligna- ría adjuvabat patrem. (D. Bonav. Medit. vit. Christi, cap. 14, v. 16.) : 2 Maria ubique in Passione dicebat: Tu Deus meus, Tu Crea- tor meus. (Div. Ephrem in Lament. Virg.) 3 Luc. cap. 1, v. 45.

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