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72 proporcion, eran tambien los afectos de su Corazon cre- yente de una extension, que solo Dios puede medir !. > Así, cuando llegó el momento de cumplirse el mis- erio de la reconciliacion del cielo con la tierra, y el em- yajador celestial manifestó á María que era ella precisa- mente aquella bendita entre todas las mujeres, que esta- ba destinada á concebir y parir al Santo, al Hijo del Al- tísimo *?, era tan grande su fe, que no titubeó en creer las cosas mas asombrosas que Dios la declaraba. ¡O ar- canos impenetrables, ó grandeza de la fe de María! No solamente cree, que siendo ella Vírgen, juntamente ha de ser madre, y que ha de dar á luz á su Hijo, quedan- do siempre Vírgen, sino que, siendo ella á su parecer la criatura mas baja del mundo, cree que va á encerrar dentro de sí al Altísimo: que isiendo limitada, va á con- Í ' Jl teneral Inmenso; siendo criatura. va á dar vida á su Criador, y siendo una sierva, va 4 ensalzar á su Señor, dándole un nuevo sér en el cual será glorificado; y al consentir en que el Espíritu Santo venga sobre ella, y que el Verbo eterno se haga carne, cree que Dios será hombre, y el hombre será Dios, que el inmortal podrá morir, y el impasible padecer. Tantos misterios como estos no abruman el alma de María. pues sabe que nada hay imposible para Dios, y con esta fe engendra á su Hijo ?. Y si hasta este momento se estrechó tan íntima- o ' Immensa fuit in Maria capacitas mentis, ideo immensa illa gratia, que tantam implere poterat capacitatem. (D. Bonay. in Specul. B. Y. M. 2. Luce., cap. 1, y. 92, 5 Maria Virgo fide concepit: nec mireris, quia fide ejus me- diante unitum est Verbum carni. (D. Bernard. Serm. 2 in Nativ. Dom.)

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