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DIA V. — Tr » de Todo como el primer día. MEDITACION. El Corazon de María deseado por el Espíritu Santo. Es tanta la hermosura de la Madre de Dios, que ni puede describirse en el pobre lenguaje de los hombres. ni cabe tampoco en el entendimiento de los ángeles: porque una y otra naturaleza, angélica y humana, se anonadan en presencia de la refulgencia que María des- pide, por aventajarlas á ambas ella sola con la inmensi- dad de la gracia y el resplandor de sus virtudes *. Cuan- do esta notabilísima criatura st dejó ver entre los demás séres que pueblan este mundo, hermoseada con las pre- rogativas que convenian á su predestinacion, apenas la vieron los ángeles, se preguntaron atónitos unos á otros quién fuese aquella criatura: y hubieran continuado para siempre en un silencio estático, sin poder darse razon de lo que veian, á no haber declarado el Altísimo, que aquella era la única paloma, la única escogida, la única amada ?. La vió tambien una turba innumerable de almas santas, y excitó en todas tal sorpresa, que la E tramque naturam Virgo singularis exsuperat, el immensi- late gratis, et fulgore virtutum. Div. Petr. Damian., Serm. 40 in Deipar. Assumpt. - 2 Cant. Cant, cap. 6, y. 8.

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