BCCPAM000524-1-33000000000000

AFECTOS. ¡Ah, Señora de mi vida, dulce Vírgen María! Estoy corrido al considerar mi modo de obrar: porque entre todos los pueblos, aun los mas incivilizados, los hijos aman y honran á sus padres, y consideran como la pri- mera de sus mas estimadas preciosidades , el corazon de donde ha tenido principio su vida. Pero yo no he hecho esto hácia Dios, á quién debo la vida y cuanto soy. ¡Ay! ¿Cómo me he olvidado yo de mi Padre celes- tial? ¿Cómo lo he mirado con indiferencia, y menospre- cio, cuando lo he ofendido? ¿Cómo he podido pasar tan- tos años, sin dirigir una aspiracion de aprecio á tu Co- razon, Ó Madre amorosa, sin el cual no hubiera sido e] género humano regenerado á la gracia? ¡Ah! Volveréá mi Padre celestial y volveré por ea de tu Corazon, porque basta que yo te ame á ti, para que lluevan sobre mi alma las gracias que me a an, y me ha- cen hijo de Dios y heredero de sus bienes. Amaré pues al Señor, que es mi Padre, y lo amaré en el Corazon de María, que es su Hija querida, para bendecirlo con ella por toda la eternidad. Oraciones y demás como el primer día.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz