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38 poso divino, que la sostenga con sus dos manos, para no caer, y estar eternamente abrazada con él *. Será siempre Vírgen inocente, sin mancilla, sin culpa, inte- merada, impoluta, santa en el cuerpo y en el alma, como el lirio entre las espinas, llena de Espíritu Santo, rebosando en gracia, desposada con Dios, despidiendo de sus ojos ráfagas de santidad, derramando de sus la- bios panales de miel, hermosa en sus pasos, mas her- mosa en sus costumbres, venerable en las palabras y mas en las acciones, mansa en su corazon, y mansísima en las obras, buena á los ojos de los hombres, pero me- jor á los de aquel que sería verdaderamente Hijo suyo ?. ¡Ah! ¿Quién no bendice al Señor, por haber hecho cosas tan grandes en una pura criatura? Pero reflexio- nemós sobre nosotros mismos, y pensemos que Dios es nuestro Padre, que nos ha criado y poseido, para que seamos semejantes á él en las virtudes, no habiendo es- caseado hácia nuestra alma los tesoros de su infinita caridad. ¡De qué hermosura las ha adornado, infun- diendo en ellas una centella de su eterna luz! ¡Con qué primor las ha vestido, criándolas espirituales, inmate- riales é inmortales, para que se elevasen á la union del Criador que es espíritu purísimo, y no se apegasen á ningun objeto yisible, ni se manchasen en la corrup- cion de la carne! ¡Con cuánta misericordia se ha digna- do darles la gracia para amarlo sobre todas las cosas en 1 Cant. 2,6. 2 Deo corde accepta, sanctitatis splendores oculis spirans, lingua melliflua, labiis favum distillantibus; pulchra gressibus, pulchrior moribus; sermone venerabilis, actionibus venerabilior: mansueta moribus, mansuetior motibus; bona in hominum ocu- lis, Dei obtutibus melior, que vere Deum partu ediderit. (Theo- dotus Anciran., Orat. in S. Dei Genitricem, $. XI.)

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