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31 mismo Dios, y fundado en justicia y santidad 1. Mas si Dios obró este portento de su omnipotencia para gloria suya, ¿no lo hizo tambien para bien de los hombres? Por nuestro amor crió á su Madre, para que cuando llegase la plenitud de los tiempos, consintiese en dar vida tem- poral al que nos redimiría con su sangre, nos purificaría de la culpa. nos adornaría con su gracia, y nos corona- ría con su gloria. ¡Ah bondad divina! Queria Dios desde la eternidad reinar en nuestros corazones, adoptarnos por hijos, y desposarse con cada una de nuestras almas: y habia determinado no hacerlo sino por medio de su Hijo humanado, dando parte en esta dispensacion de su caridad infinita á la que es Hija, Madre y Esposa, y de- cretando no santificar á hombre alguno despues de la primera culpa, sin que concurra á esta obra la Madre del Reparador. Luego por amor nuestro ha escogido Dios el Corazon de María, para poseerlo como cosa suya, y lo ha adornado con tan sublimes perfecciones. En ella nos ha amado el Padre, por ella nos ha redimido el Hijo, y sin ella no hubiera venido á vivir en nuestros corazo- nes el Espíritu Santo. Pero nosotros no correspondemos como María á tanta y tan gratuita bondad del Señor, ni estimamos sus dones, ni apreciamos el fruto de la re- dencion, pues damos entrada en nuestros corazones á la avaricia, y á la ambicion y á la lujuria, y nos hacemos esclavos de las pasiones de la carne y de la soberbia del espíritu. Demos por tanto al Señor posesion completa y total de nuestro corazon, empezando por humillarnos, y reconociendo nuestra ingratitud en no haberlo amado, y 1 Mariam Deus tanquam mundum specialissimum sibi con- didit, quam in justitia et sanctitate fundavit. (Div. Bernardus in Serm. de Beata M
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