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266 sn gracia, nos hace participantes de su naturaleza *. cumpliendo lo que su divino Hijo le pedia para cada uno de los escogidos poco antes de morir, cuando le su- plicaba que cada uno de ellos fuese una sola cosa con él y con su Padre por el vínculo de la caridad, así como lo era él con su Padre por esencia y naturaleza ?. De manera que, cada vez que Dios se une de este modo con el hombre, se efectúa en sentido místico una especie de encarnación espiritual: pues viene Dios á unirse para siempre con el alma, sin que pretenda separarse jamás de ella, á no ser que el mismo hombre rompa por la culpa ese vínculo de la caridad, por el cual se estrecha el justo con Dios, y hace por el amor un solo espíritu con él ?. Entretanto, ¿con qué indiferencia no miramos nosotros esta union inefable? ¿Con qué facilidad nos de- jamos arrastrar del torrente de la corrupcion, en que van ahogándose los mundanos, para llegar al fin al ne- gro abismo del infierno? ¿Cómo nos aplicamos á las ideas del mundo orgulloso, que aparenta las grandezas que no tiene, y oculta con hipocresía las miserias que le son inherentes, despreciando la inocencia como estu- pidez, la virtud como fatuidad, la pobreza de espíritu como locura, y la ciencia de la cruz como ignorancia? ¡Ah! Con esta corrupcion en el corazon, y con esta al- tanería mundana en el entendimiento, no podremos ja- más unirnos con Jesucristo, que es todo humildad é inocencia. Ahora pues; si para que obtuviese María la e 1 Ut per hec efficiamini divine consortes nature. (2.* Petr. cl f cap. 1. v. 4. ' 2 Sicut tu Pater in me, et ego in te, ut et ipsi in nobis unum 14 | sint. (Joan. cap. 17. v. 21.) mE 5 ui adheeret Domino, unus spiritus est. (1.* Corinth. cap. 2er l 4 4. v. 17) / z Ñ BRE
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