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249 ¡Ah! Nadie se salva sino por la mediacion de María, ni recibe una sola gracia que no venga de su mano *. Crea- mos primeramente que, donde no se ama y venera á María, como la Santa Iglesia Católica lo prescribe y practica, no hay sino caos, sombra de muerte y densas tinieblas de perdicion ?. Miremos con horror la compa- ñía y sociedad , y hasta el saludo, de esos hijos de per- dicion, que pretenden introducir entre nosotros las sec tas hereticales, en las cuales no adoran los hombres á Dios, sino á su propia razon, negando á su Madre el culto de veneracion que merece, mas que todos los án- geles y santos, y quieren arrancar del corazon de los cristianos este consuelo y este aliciente de la virtud, para volverlos incrédulos, impíos y sensuales como los brutos. Amar á María, y huir de los que no la aman, ha de ser la enseña de nuestra milicia católica 3. MÁXIMAS. En cada uno de nosotros hay dos hombres, el espi- ritual y el carnal: y así como este percibe las cosas de la tierra por los sentidos corporales, así aquel toca en C1 rio modo las del cielo con los sentidos espirituales: Nullos est, qui salvus fiat nisi per te, Virgo Sacratissima: nemo est, quí liberetur á malis nisi per te, d purissima; nemo est, cui donum concedatur nisi per te, d castissima. (Div. Ger= man. Patr. Const, de Zona. *, Tolle Mariam, hanc Maris stellam; ¿quid nisi caligo invol- vens, et umbre mortis,ac densissime tenebre relinguntur? (Di Bern, Serm. 2. de Annunt. 5 Cum hujusmodi nec cibum sumera (1.* Cor. cap. 5. v. 11. Nec ave ei dixeritis. (2.* Joan. v. 11.

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