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240 peranza cierta: esta fe nos dice que, por mas que haya- mos estado encadenados con miles de pecados, y nos hayamos hecho-esclavos de Lucifer, María nos puede librar de las garras del enemigo, y alcanzarnos la liber- tad de hijos de Dios y suyos *. Tambien nos enseña la fe que María es la fortaleza de refugio, á donde pode- mos acudir para salvarnos de la saña infernal de los mi- nistros del infierno, antes que-nos echen mano, para ejecutar la sentencia del juez en el último momento de nuestra vida 2. Sabemos que en el Corazon de María halla perdon el miserable, gracia el pecador, indulgen- cia el criminal, fuerza el frágil, el mortal la vida, y el peregrino la patria ?. Pero no basta creer y esperar: es preciso que esta fe vaya acompañada de las obras, y que, aun cuando seamos muy pecadores, hagamos lo posible para hacernos justos y santos, abominando el pecado, llorándolo y acercándonos á los santos sacra- mentos; pues entonces tendremos esperanzas fundadas de conseguir por medio de nuestra Madre, los bienes que Dios tiene reservados en su Corazon para los que le aman. No nos engañemos pues en nuestro modo de obrar; el Corazon de María es el manantial de todas las gra- cias; pero, para alcanzarlas, es necesario que seamos hijos de esta Madre amorosísima; y empezaremos á serlo verdaderamente, desde el momento en que crea- mos firmemente en las misericordias de su Hijo, las es- 1 Charta libertatis. (Div. Ephrem. Or. de Laudib. * 2 Adon bis urbs confugii: sinus Mari expansus est. (S. Bern. Serm. Y rm cujuscumque modi necessitatem aperta est no- in Psalm. 90. 3 Per te hereditamus misericordiam miseri, mortales vitam, et patriam peregrinus. (Div. August. Serm. de Assumpt.
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