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235 tos, fuiste tú sola la que le consolaste. Concédeme, pues, ó Madre de piedad, que te imite en el celo de la gloria de Dios, y dígnate darme una mirada consoladora á la hora de la muerte, para que mis labios pronuncien entonces tu nombre, y entre sus ecos dulcísimos vaya mi alma al seno de la eternidad. Amen. Oraciones y demás, como el primer dia. DIA XXX. —— Todo como el primer dia. MEDITACION. De la confianza que debemos tener en el ma- ternal Corazon de María. La confianza que hemos de tener en el Corazon ma- ternal de la Virgen, está fundada en su maternidad divina, porque de esta resulta la adopcion de hijos de Dios en Jesucristo, y el derecho que tenemos á llamar á su Madre, madre nuestra '. Mas, para comprender la extension de esta confianza , es justo que unamos á las luces de la revelacion divina las inspiraciones de nuestra razon, investigando la naturaleza del cariño, que las madres tienen á sus hijos, y pasando despues á consi- derar las inmensas riquezas de amor, que Dios ha en- í- ¿Sed numquid solius Christi Mater est Maria? Imo certé, quod jucundissimam est, sed etiam mater omnium fidelium uni- versalis. (Div. Bonav. in Specul. c. 8.)

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