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222 cion profética sus dolores del Calvario, y ansió por ellos con deseo piadoso, porque veia en ellos la salud del mundo *; y cuando llegó el momento de consumarse el sacrificio de expiacion, no quiso que su Hijo fuese solo á inmolarse, ofreciéndose ella tambien á morir con él. ¡Ah! Es tan grande el favor que Jesucristo hizo 4 la humanidad antes de morir, en darla por Madre segun la gracia, á la que lo era suya segun la naturaleza, que equivale él solo, tanto como la redención misma; porque con él abre las puertas de la misericordia divina, y eleva al linage humano á una dicha envidiada de los ángeles, cual es el que haya entre los hombres y su Madre los sagrados lazos de union que él tiene con ella. ¿Quién no se pasma? El vínculo, que une á Jesus con María, es indisoluble; porque le es deudor de una vida que vale el rescate del mundo, y lo liga á ella el mismo lazo de re- lacion filial, que lo estrecha á su Padre celestial. De la misma naturaleza es el lazo que une á María con Jesus: pues le debe ella la dignidad mayor que existe despues de la Divinidad, y se acerca al Hijo de Dios como el rayo á la luz, como la planta á la flor, y como el corazon de la madre al corazon del hijo, Y como el amor de Jesus se extiende á todos los hombres, sin excluir, aun á sus mayores enemigos, el amor de la Madre abarca necesa- riamente á todos los descendientes de Adan, sin que haya uno que deje de sentir en sí los efectos de este amor, con tal que invoque á Jesus, y llame á su Madre. ¡Sublime y admirable perspectiva para los hombres! Tiene María dos hijos, uno en el cielo y otro en la tierra, por- que es Madre del Rey y del desterrado, Madre del Juez y del reo, Madre de Dios y del hombre; y siendo Madre 1. Piis spectabat oculis Filii vulnera, quia expectabat mundi salutem. (D. Ambr. in Luc. cap. 23.
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