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219 y áti; pues no quiero vivir sino para amar, ni quiero amar, si no eres tú 'y tu Hijo el objeto de mi amor. ¡Dardos despedidos de la mano de María! Venid á mi pecho, herid mi corazon; pues vuestra herida me da vi- da, vuestro dolor engendra amor; y este amor es mi recreo, mi fortaleza, mi gozo, mi esperanza, y será mi dicha y mi gloria , por los siglos de los siglos. Así sea. Oraciones y demás, como el primer dia. DIA XXVIII. —>A— Todo como el primer dia. MEDITACION. Maternal solicitud del Corazon de María hácia los hombres. No habria quedado satisfecho el amor infinito que Jesucristo tenia á los hombres, con dar su vida por ellos en un madero, si antes de consumar el sacrificio, no hu- biera manifestado á los mismos hombres un secreto que tenia reservado en su Corazon , para descubrirlo pocos momentos antes de espirar; y era este arcano el com- plemento de cuanto habia obrado en bien del mundo, desde el instante en que tomó la vida mortal, hasta aquel en que iba ya á morir. El Padre Eterno estaba ya aplacado; y el linage humano, que antes era hijo de ira y de venganza, empezaba á entrar de lleno en los dere-
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