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217 sela menos penosa, aunque cada paso la cueste mil martirios. Y , ¿podian darse otros mas crueles? Viólo atado, y no pudo soltarlo; lo vió herido, sin poderlo curar: vió correr su sangre, sin poderla restañar; qui- siera abrazarlo, y no se la permitió: deseó morir con él, y espirando Jesus, ella vive aún, y está en pié *. ¿Qué misterio de virtud es este? María ve frustrados todos los sentimientos y deseos de su Corazon en la vida y en la muerte de su Hijo: y mientras este, que es la forta- teza del Padre, da su último aliento á fuerza de supli- cios, María, que los padece todos en su Corazon, es Su- perior á las agonías y á la muerte. ¡Ah! En la cima del Calvario todo estaba lleno de misterios , y uno de ellos »ra la fortaleza del Corazon de María; allí es donde des- cubrimos , que es Madre de Dios; pues solo siéndolo, tendria bastante fortaleza para asistir al suplicio, sin morir mil veces. Pero, no nos contentemos con una admiracion esté- ril de la fortaleza con que nuestra gloriosísima Madre sanó la corona de Reina de los mártires. Pensemos que padeció estas tribulaciones, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas: y ya que nos gloriamos de ser sus hijos, vistámonos de la armadura de la fe, para poder combatir contra las asechanzas del mundo, y del demonio, y de la carne. En el Corazon de María Santí- sima no habia mas sentimiento que el del amor de Dios, y el delos hombres en Dios y por Dios: todo lo demás era como si no existiese; y con este amor fue superior á los infinitos dolores de su alma. ¡Ah! Estemos ciertos de 1 vidit ligatum, et solvere non potuit; vulneratum, et vulnus ligare non valuit; sanguinem in faciem fluere, el abstergere ne- quivit: voluit amplecti, et non fuit permissum. (Div. Anselm. Dialog. de Passion.

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